RITMOS DE BOHEMIA

 

By Manrique Diego

 

"Leonard Bernstein, Leonid Brezhnev, Lenny Bruce and Lester Bangs/ birthday
party, cheesecake, jellybeams, boom!"

(REM: "It's the end of the world as we know it and I feel fine", 1987)


VIVIO RÁPIDO....

Bum-bum-bum: el corazón me da el triple salto mortal. Curioseando por una
libreria de Nueva York, me he topado con "Let it blurt" (Broadway Books), de
Jim DeRogatis. El subtítulo explica mi pasmo, mi deleite: "La vida y la
época de Lester Bangs, el mejor crítico de rock de América". Imagina: tanto
tiempo dedicándome a una profesión odiada por los que generan la materia
prima (los músicos), despreciada por los amos del cotarro (discográficas,
managers), mirada con recelo pòr sus destinatorios (los aficionados) y
descubrir que, vaya, al menos un colega ha merecido una biografía. Aunque
Lester Bangs no sea mi modelo de crítico, pago encantado 16.95 dólares más
impuestos y salgo zumbando al hotel.

El libro comienza con uno de los muchos momentos disparatados de la vida de
Lester: retado por sus amigos de la J. Geils Band, se atreve a salir con
ellos a un escenario de Detroit, para "tocar"...un solo de máquina de
escribir en "Give it to me". Y se lo toma con toda seriedad, vestido para la
ocasión. Desdichadamente, aunque un micrófono recoge sus ataques a las
teclas, su "aportación" se pierde entre el maremágnum sonoro. Lester se
despide tirando su Smith-Corona y saltando sobre ella hasta despanzurrarla.

Me divierte leer que Lester y sus compañeros intentan montar -como nosotros
por aqui- una asociación de periodistas musicales, Rock Writers of the
World, vinculada al poderoso (y mafioso) sindicato de los Teamsters.
Consiguen que la compañía Stax -más exactamente, su sello rockero, Ardent-
les subvencione en 1973 un viaje a Memphis, donde montan la Primera
Convención Anual de la Asociación Nacional de Escritores de Rock.
Tipícamente, Lester y compañía ignoran las actividades programadas y, bien
lubricados, se acercan a Graceland, pidiendo ser recibidos por el Rey. Elvis
les ignora y Lester mea en la entrada de la mansión. Rock Writers of the
World no llega a despegar.

El orgullo gremial se me va disipando según devoro páginas. Debe ser cierto
que éste oficio atrae a bichos raros, a deficientes emocionales, a criaturas
poco sociales, a tarados con sueños de grandeza. La vida de Lester es más
desdichada aún de lo que imaginaba: educación como Testigo de Jehova,
familia disfuncional, orfandad, problemas con la policía (¡y con los Angeles
del Infierno!), enfrentamientos con los dueños de "Creem" y "Rolling Stone",
incapacidad para acomodarse laboralmente...y consiguiente penuria. En 1980.
Billy Gibbons, el esteta de ZZ Top, le invita a pasar una temporada
todos-los-gastos-pagados en Texas y, nada más verle en el aeropuerto de
Houston, le lleva a unos grandes almacenes para comprarle ropa.

No le faltan las relaciones amorosas pero todas descarrilan por su hiriente
franqueza y las obsesiones no compartidas: según recuerda una novia, "le
costaba entender que yo me enfadara cuando llevaba cinco horas hablándome
exclusivamente sobre Lou Reed". Un hallazgo de Jim DeRogatis.son las cintas
donde queda reflejada su relación no sexual con las empleadas de un servicio
de prostitución. Lo demás es más previsible: alcoholismo, adicción a
fármacos...y muerte por sorpresa a los 32 años.

... MURIÓ JOVEN...

Al otro lado de la balanza, la epopeya personal de un tipo de El Cajón, un
rincón perdido de California que, tras su debut en "Rolling Stone" a los 19
años, perfila una estética del rock donde priman la visceralidad, las
rupturas, el poder de liberación. Además, lo hace con verbo anfetamínico,
vibrantes recursos literarios y una cabeza bien amueblada. En España, su
huella está en revistas como "Ruta 66" (que, ¡ay!, obvió su humanismo
comprometido en aras de ese nihilismo "hip" que Lester detestaba).

Sus hazañas, su leyenda. Empeñado en ser la conciencia de Lou Reed, sus
entrevistas se transforman en feroces torneos de ingenio, donde el cantante
demuestra una y otra vez su capacidad para dar cortes e insultar (y Lester
se venga simplemente describiendo el circo que rodea a la estrella). Se
convierte en hada madrina de Patti Smith: Bangs publica sus folios en la
revista "Creem", aparte de impulsarla al rol de derviche del rock (la
amistad se quiebra cuando Lester tritura "Radio Ethiopia"). Cree ver la
redención del rock en The Clash, se va de gira con ellos por el Reino Unido
y se cae de la nube al contemplar un acto de violencia tolerado por la
banda; Bangs lo cuenta todo, incluyendo penosos fragmentos de autoanalisis,
en un reportaje que ocupa nueve páginas de apretado texto en tres números
consecutivos de "New Musical Express".

...DEJÓ UN CADAVER HINCHADO

Lo que duele de "Let it blurt" es la sensación de fracaso personal. Lester
confirma los tópicos de tantos rockeros bobos -"los críticos son músicos
frustrados bla bla bla"- al ponerse a actuar y grabar, lo que permite a
muchos de los previamente vapuleados darle una dosis de su propia medicina.
Además, se comprueba eso de que los músicos son de la Tierra y los críticos
vienen de Marte. Uno de sus colaboradores neoyorquinos, el guitarrista
Robert Quine, alucina cuando Bangs le pregunta cómo ha "compuesto" uno de
los solos astillados que toca en el local de ensayo; a pesar de su afinidad
por el jazz, el periodista no parece entender el proceso de improvisar, el
momento de magia que surge espontáneamente.

Lester era experto en llevar la contraria, lo que no le ganaba amigos
influyentes. No supo "colocarse", como hicieron Robert Christgau, Greil
Marcus, Dave Marsh y otros chicos listos. No se atrevió a saltar hacia la
ficción, como Nick Tosches o Cameron Crowe (que, muchos años después, le
homenajearía  en su película sobre el rock de los primeros setenta, "Casi
famosos"). No pudo ver publicada "Psychotic reaction and carburetor dung",
la antología "gonzo" de sus textos (que salió 5 años después, aunque
expurgada de ataques a la industria y a la propia crítica). Pero también se
me escapa una sonrisa al leer que, en 1978, Bangs y sus íntimos se lamentan
de la degeneración de la prensa musical, de su servilismo a los intereses
comerciales: "las críticas se han acortado, son más superficiales y tienden
hacia lo positivo, mientras que el enfasis en los articulos largos pasa de
la música a las personalidades." Lo atribuyen al éxito de  "People", revista
dedicada al famoseo que pronto es imitada por "Rolling Stone" y muchos
periódicos. Si Lester llega a ver lo que nos ha tocado ver a nosotros...



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